9/18/2015

La Onza Real

A finales del siglo XVIII seis agrimensores españoles se encontraban trabajando entre Lampazos y Santa Rosa, en el estado de Coahuila, ayudados por dos indios de la región. El portador de la vara de los puntos de referencia se alejó de sus compañeros que llevaban el teodolito. Como tardaba en regresar se sentaron a esperarlo. De pronto, escucharon el llanto lastimero y espeluznante de una mujer; los españoles pensaron, divertidos y burlones, que su compañero de la vara se estaba entreteniendo en violar a una mujer india que hubiera tenido la mala idea de pasar por ahí. Nadie presto atención. El llanto cesó, pero el hombre no regresaba, por lo que el jefe de los trabajadores decidió ir en su búsqueda. En esas estaban cuando oyeron un grito de espanto, todos corrieron hacía el bosque empuñando las armas y se encontraron con su compañero que tenía el pecho y el vientre abiertos y sin  ninguno de sus órganos internos. Un gesto de horror se pintaba en su pálido rostro. Trataron de encontrar la razón de tan horripilante muerte, pero nada encontraron. Regresaron al campamento. En la noche, volvieron a escuchar el llanto de la mujer, que se oía hacia todos los puntos cardinales, como si volara por todas partes alrededor del campamento. Después de una noche de vigilia, decidieron buscar el origen de aquel llanto. Espantados, encontraron el cuerpo de otro trabajador en las mismas condiciones que el primero, al tiempo que se escuchaba el escalofriante llanto demoníaco. Enterraron el cuerpo. No sabían qué hacer, pensaron en regresar al pueblo, tanto era su miedo. En esas estaban cuando uno de los guías indios dijo:

-Se trata de un gato muy grande, que tiene las patas delanteras muy grandes y con fuertes garras. Puede saltar más de diez metros, su pecho y cuello son muy poderosos, con su mandíbula puede romper huesos grandes. Le gusta comer tripas y bofes. No sabe rugir, pero emite un sonido muy semejante al llamado de una mujer en celo, y llora de gozo una vez que ha saciado su truculenta hambre.

Leyenda corta mexicana - Onza Real

Los españoles no le creyeron al indio guía, pensaron que eran cuentos de gente supersticiosa, y decidieron volver al trabajo. Transcurrió un día sin novedad. Al atardecer, vieron que un matorral se movía. Aprestaron sus mosquetones y machetes. De pronto una bestia de enormes colmillos y espeluznantes garras se abalanzó hacia los trabajadores, quienes dispararon en vano. La bestia huyó. Los españoles pasaron la noche sin dormir, pensando en irse al día siguiente sin más demora.
Era la Onza Real que se les había aparecido. Ese terrible animal de color gris y bayo, con rayas negras desde la frente hasta la cola cuya punta era negra, y que disfrutaba comiéndose los órganos internos de los humanos. La Onza Real se esconde por los caminos de Coahuila y hasta la fecha gusta de sorprender a los caminantes que tienen la osadía de salir de noche.

Sonia Iglesias y Cabrera


Fuente: Leyendas de México

9/16/2015

Leyenda urbana: La mujer de la curva

Una noche iban en un coche una muchacha y su familia por una carretera de la Vera. Cuando llegaron a una curva muy cerrada y peligrosa se estrellaron, y la muchacha y su familia (padre, madre y hermana) desaparecieron. Sus familiares no volvieron a saber nada de ellos.

En la actualidad cada cierto tiempo (probablemente cada año, en el mismo día y a la misma hora) la muchacha hace autostop a los camioneros que pasan por allí y el propio camionero la recoge.

El camionero le pregunta por qué está haciendo autostop una muchacha tan joven. Ella le dice que tenga cuidado en la curva, que se va a matar. Entonces, la muchacha desaparece y el camionero se mata en la misma curva donde desapareció ella.

Hoy en día, la muchacha todavía sigue apareciéndose por la noche a los camioneros que pasan por allí. Todavía no se sabe con exactitud cómo y cuándo se aparece.

Fuente: La muchacha de la curva | Leyendas Urbanas del Mundo

9/13/2015

Leyenda del Jinete sin Cabeza

Se dice que en un pueblo muy aislado de toda civilización se contaba la historia de un jinete que acostumbraba a hacer su recorrido por las noches en un caballo muy hermoso, la gente muy extrañada se preguntaba ¿que hombre tan raro por que hace eso?, ya que no era muy usual que alguien saliera y menos por las noches, a hacer esos recorridos.

En una noche muy oscura y con fuertes relámpagos desapareció del lugar, sin dar señas de su desaparición. Pasaron los años y la gente ya se había olvidado de esa persona, y fue en una noche igual a la que desaparecio, que se escuchó nuevamente la cabalgata de aquel caballo. Por la curiosidad muchas personas se asomaron, y vieron un jinete cabalgar por las calles, fue cuando un relámpago cayó e iluminó al jinete y lo que vieron fue que ese jinete no tenia cabeza. La gente horrorizada se metió a sus casas y no se explicaban lo que habían visto...


Fuente: El Jinete sin Cabeza

9/10/2015

Leyenda mexicana: La piedra

En la región sureña de la Ciudad de México conocida con el nombre de Tlalpan, “sobre la tierra”, se encuentra una población llamada Fuentes Brotantes por sus manantiales que vienen de la Sierra del Ajusco. Un arroyo atraviesa la población, y junto a éste puede verse una enorme piedra, a la cual sus pobladores designan como La Piedra.

La leyenda nos cuenta que cada dos años, los días 24 y 31 de diciembre, la enorme roca desparece y en su lugar puede verse una miscelánea. Cuando algún visitante de las Fuentes Brotantes entra a la tiendita para comprar alguna cosa que se le antoja, inmediatamente la miscelánea se cierra y la mágica piedra vuelve a aparecer. Adentro de la roca existen muchas cavernas, y esas cavernas conducen a diferentes destinos. Si los que se adentraron a la tiendita escogen una buena caverna, pueden volver a salir, los que se equivocan en la elección nadie sabe a lo que deberán enfrentarse y qué cruel destino los espera, pues ya nunca se les vuelve a ver.

Dentro de la piedra vive La Llorona, conocida también como la Cihuacóatl, quien por las noches sale de ella para pasearse por la orilla del arroyo hasta llegar a un pequeño lago que conduce a un islote. Sentada en él, La Llorona espera, noche tras noche a que aparezca algún enamorado para matarlo. Cuando llega el amanecer, la mujer-fantasma regresa a su piedra para volver a salir al día siguiente y tratar de atrapar a algún incauto.

Sonia Iglesias y Cabrera

Fuente: http://www.leyendascortasmexicanas.com/

4/21/2011

El Diablo en Pañales

Esta historia que les relataré es una leyenda de la época colonial, y es muy popular aquí en mi país México, donde parte del folklore que lo enriquecen son sus leyendas.

Esta dice así; cierta vez, ya muy entrada la noche, circulaba en las callejuelas retorcidas y mal formadas de la ciudad un hombre en evidente estado de ebriedad, las calles eran alumbradas apenas con unos pequeños candiles que al reflejar las sombras formaban tétricas figuras fantasmagóricas, a lo cual el borrachín no daba muestra de sobresalto. Andando unos pasos más, escuchó levemente el llanto de un bebé, era un llanto ahogado. Se detuvo tambaleante pero ya no escuchó nada más que el aullar de los perros en la lejanía.

Andando unos metros más de nuevo escuchó ese llanto inconfundible, ahora si era claro era el llanto de un bebé que se escuchaba más fuerte, el hombre buscó en los rincones, y justo debajo del puente que cruzaba se hallaba la infortunada criatura rosada y regordeta que solo estaba cubierta por una pequeña manta. El hombre levantó al bebé sin antes maldecir a la desnaturalizada madre. Aún tambaleándose el hombre siguió su camino aún murmurando pestes contra la infame que dejó a su pequeño crío en semejante situación. No había llegado ni al siguiente faro y empezó a tener la impresión de que el niño pesaba un poco más. Avanzó 4 calles más y evidentemente se percató de que en chiquillo era más grande y más pesado, ya no podía con él, parecía que en lugar de niño llevaba un cerdito cargando, y se acercó a la luz del siguiente faro para ver bien al niño, levantó la manta y cual fue su sorpresa al comprobar que efectivamente era un cerdo lo que llevaba cargando, el cuál lo miró con los ojos encendidos, chasquió los colmillos produciéndole el terror más profundo que se pueda sentir, lanzado al animal por los aires y exclamando un "Ave María Purísima" se echó a correr por las retorcidas calles empedradas, hasta la borrachera se le quitó.

4/20/2011

El murciélago de colores

Una vez existió un hermoso murciélago. Era la criatura más bella de la creación, ya que en su afán por parecerse al resto de las aves, subió al cielo y solicitó al creador poseer plumas. Éste le contestó que tenía su permiso para solicitar a otras aves sus mejores plumas. Y así lo hizo. Se dedicó a pedir las plumas de aquellos especímenes más vistosos y coloridos.

Tras un tiempo de recolección, el murciélago lucía, ufano, su nuevo y espectacular aspecto. Revoloteaba por toda la tierra recreándose en su imagen. Incluso, en una ocasión, con el eco de su vuelo provocó un maravilloso arco iris. Todos los animales lo observaban fascinados por su deslumbrante imagen. No obstante, los halagos comenzaron a hacer mella en él. La soberbia se apoderó de su raciocinio. Miraba con desprecio al resto de las aves, a las que consideraba inferiores a él por su belleza.

Percibía que ningún otro animal estaba a su altura. Hasta reprochó al colibrí que no eran tan agraciado como él. Consideraba que no existía otra cualidad más importante que no fuera el aspecto físico. El resto de aves se sentían humilladas ante el vuelo del murciélago. Su continuo pavoneo se hizo insoportable para todo el reino animal, y sus ofensas llegaron a oídos del creador. Éste decidió intervenir.

Tras observar la actitud del bello murciélago, lo hizo llamar y subir al cielo. Éste se sintió halagado al verse requerido por el ser supremo y su ego se elevó con él. Ante la presencia del creador, comenzó a aletear con una alegría desbordada. Aleteó una y otra vez, desprendiéndose, inconscientemente, de todas sus bellas plumas.

De pronto, se descubrió desnudo, como al principio de los tiempos. Avergonzado, descendió a la tierra, refugiándose en las cuevas y negándose la visión. Durante días, llovieron plumas de colores que éste no quiso observar, procurando olvidar lo hermoso que un día fue. Desde entonces, el murciélago vivió recluido en la oscuridad, lamentando su egoísta actitud.

10/23/2007

Mitos de terror

A continuacion les ofresco enlaces donde encontraran ademas de mitos de terror, leyendas y cuentos de terror.

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